No podía esperar ni un momento quería ahora mismo la felicidad. Me lancé de lleno a por ella, la toque con mis dedos por un instante; efímera, etérea; luego se desvaneció como si nunca la hubiera vivido y dio de nuevo paso a la tristeza, a la insatisfacción de la que huía. Siempre ocurría lo mismo, y siempre volvía a empezar; la quería mía, mía para siempre pero se me escapaba de nuevo. Cada trozo de mi vida me sentía más infeliz.
Un día un sueño de primavera me contó el secreto de la felicidad:” En lo alto del jardín de la vida vivía el Cielo azul en su tarea diaria no tenía tiempo para nada; tenía que clasificar todos los sueños de los humanos, sacarle brillo a las estrellas y contar los planetas. Así pasaría casi toda su vida hasta que un día reparó en el Sol, su luz era hermosa y radiante, era la única estrella a la que nunca había sacado brillo. Se presentó, se saludaron y poco a poco se gustaron.¡Qué azul eres!- Le decía el Sol. ¡Qué brillante eres!- le decía el Cielo. Pero no podían acercarse el uno al otro pues los juguetones rayos del Sol quemaban a su enamorado Cielo.¡ Qué pena más grande!- suspiraban los dos.¡ No podemos amarnos! Probaron miles de cosas para acercarse el uno al otro: un traje que la Luna hizo de estrellas para el Cielo, pero que al final se chamuscó; un velo de noche negra para el Sol que siempre terminaba ardiendo…Nada daba resultado. Ellos lo seguían intentando esperando el momento oportuno en que pudieran consumar su amor. Y mientras esperaban eran muy felices, tanto que después de una eternidad la Felicidad les concedió una hija: Esperanza.”
Este es el secreto: la felicidad dura un instante y la espera una eternidad. ¿Cuánto tiempo quieres ser feliz? Une un trozo azul del cielo con el amarillo del sol y obtendrás la respuesta.