La llave del tesoro
Uno de los recuerdos más gratificantes de mi infancia fue el día en que me entregaron la llave del tesoro. En ella no sólo tendría una fiel compañera de viaje, sino que me abriría las puertas de miles y miles de tesoros. Al principio me mostré torpe y ansiosa en su uso, y no conseguía abrir ninguna cerradura; probé y probé , hasta que un día milagroso se me abrió de golpe la puerta de las palabras. ¡Qué éxtasis! Multitud de mensajes escritos me asaltaban para ser los elegidos, mirara donde mirara allí estaban ellas llamándome por su nombre.
Los primeros días fueron neuróticos, hasta en sueños desentrañaba tanta magia escrita. Luego me fui sosegando. Y poco a poco las palabras se hicieron mayores mostrándome en su madurez historias para mí escritas. Con ellas he vivido en mundos innombrables: he sido pirata y escritora, amante y enemigo; con ellas he asesinado, amado apasionadamente; he nacido y muerto; he viajado , gozado y llorado; y me he emocionado.
Gracias por este tesoro y a mi muerte quiero libros que vayan desde la tierra hasta el cielo.