
El asesinato de Ana fue el detonante para que el Gobierno anunciase la reforma del Código Penal en materia de violencia doméstica e instase a las víctimas a denunciar, fue como quitar una cortina que impedía vislumbrar lo que ocurría en realidad. Antes de Orantes las razones del crimen se buscaban en el seno de la pareja: tenían algún problema y el conflicto había acabado en tragedia. Las muertes de esas mujeres quedaban fuera de las estadísticas. Hasta 1997, estas muertes se englobaban dentro del concepto de "parricidio": cualquier homicidio cometido contra un familiar en primer grado.
Mucho han cambiado las cosas desde entonces, pero aún sigue habiendo reductos en los que el maltratador se ampara para seguir ejerciendo la violencia sobre su pareja. No puede ser que maten a las mujeres sin que nadie se hubiera enterado de nada. No puede ser que haya casos en que los familiares digan que sabían que la pegaba pero no pensaban que la fuese a matar. No puede ser que alguien sepa que una mujer está siendo maltratada y no haga nada al respecto. No puede ser que seamos cómplices del agresor, debemos amparar a la víctima.
El agrede, ella muere, nosotros nos quedamos mirando.
Ante el maltrato, denuncia.
Llama al 016.
Ante el maltrato, denuncia.
Llama al 016.
