Ana Orantes Ruiz, de 60 años, falleció el día 17 de diciembre de 1997 a manos de su ex marido José Parejo Avivar. El asesino decidió acabar con la vida de Ana quemándola después de rociarla con gasolina. La aparición de Ana Orantes apenas trece días antes en un canal de televisión para contar su caso de violencia fue el detonante. Ella fue la víctima numero 59 de ese año. Pero su muerte supuso un antes y un después en el tratamiento de la violencia de género, la sociedad española hasta ese momento indiferente ante el lento reguero de asesinatos de mujeres a manos de sus parejas, reaccionó indignada. La cruel muerte de Ana puso de manifiesto el desamparo ante el que se encontraban las víctimas de malos tratos. La misma Ana fue un chivo expiatorio del sistema, un día harta de las palizas, los insultos y los abusos continuados de su verdugo durante 40 años, decidió poner fin a esta situación, mediante la correspondiente denuncia y la solicitud de la separación conyugal. La sentencia judicial la obligó a compartir domicilio con su hasta ahora esposo. Increíblemente en aquellos años denunciar a tu pareja por maltrato suponía en muchas ocasiones el arresto del agresor en el domicilio con la denunciante, era como servirle el ratón al gato. Ana hizo pública su situación y lo pagó muy caro.
El asesinato de Ana fue el detonante para que el Gobierno anunciase la reforma del Código Penal en materia de violencia doméstica e instase a las víctimas a denunciar, fue como quitar una cortina que impedía vislumbrar lo que ocurría en realidad. Antes de Orantes las razones del crimen se buscaban en el seno de la pareja: tenían algún problema y el conflicto había acabado en tragedia. Las muertes de esas mujeres quedaban fuera de las estadísticas. Hasta 1997, estas muertes se englobaban dentro del concepto de "parricidio": cualquier homicidio cometido contra un familiar en primer grado.
Mucho han cambiado las cosas desde entonces, pero aún sigue habiendo reductos en los que el maltratador se ampara para seguir ejerciendo la violencia sobre su pareja. No puede ser que maten a las mujeres sin que nadie se hubiera enterado de nada. No puede ser que haya casos en que los familiares digan que sabían que la pegaba pero no pensaban que la fuese a matar. No puede ser que alguien sepa que una mujer está siendo maltratada y no haga nada al respecto. No puede ser que seamos cómplices del agresor, debemos amparar a la víctima.
El agrede, ella muere, nosotros nos quedamos mirando.
Ante el maltrato, denuncia.
Llama al 016.
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