(El Otoño- Vivaldi)
El Otoño es una estación espectacular, una de esas puestas en escena que se quedan grabadas con letras doradas en la memoria. Recuerdo especialmente, los frecuentes viajes que realizaba entre mi pueblo y Granada en los meses otoñales, observar como iba cambiando el paisaje a medida que se acercaba el ecuador del invierno era sencillamente una llamada para que el alma se emocionara ante tanta belleza de la naturaleza. La vega granadina, los bosques, las montañas,..., todo pintado hermosamente por los matices ocres de la paleta otoñal, verdes profundos y resignados al frío, toda clase de amarillos oro engalanando el paisaje, los anaranjados matices de la tierra, el rojo tiñendo de sangre las hojas antes de morir, los marrones tristes de la despedida, el musgo cubriendo los troncos de los árboles ante las primeras lluvias, los hongos y el embriagador olor brotando de la tierra mojada, el manto de las hojas multicolores tapizando el suelo, el cielo mullido de nubes henchidas de agua, el olor a hierba fresca, la sensación de nitidez en el ambiente, los frutos ricos en sabores y colores…, todo me emocionaba provocando en mi interior quietud y calma.
Hoy en día casi me atrevo a afirmar que es mi estación preferida, me brinda tranquilidad interior y la posibilidad de descubrir en mi matices ocres que se ocultan en mi alma. Es un tiempo que invita a la introspección, hay personas melancólicas que se apabullan y deprimen durante el pase otoñal, tal vez no les gusten lo que ven en su interior y sientan la necesidad de mudar los sentimientos como los árboles sus hojas. No es fácil enfrentarse desnudo al conocimiento de uno mismo, sin embargo es necesario plantarnos batalla sin ningún tipo de máscara y los meses otoñales son la escoba perfecta para limpiar la conciencia.¡BIENVENIDO OTOÑO!