jueves, 8 de julio de 2010

El enfado.


EL ENFADO:
"Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero
enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el
momento oportuno. con el propósito justo y del modo correcto,
eso, ciertamente, no resulta tan sencillo."
(Aritóteles, Etica a Nicómaco)

El enfado es una emoción necesaria para el ser humano, un mecanismo de defensa que se desencadena cuando una persona se siente atacada o agredida. Esta emoción fluye desde el interior de la persona hacia a fuera. Cuando nos sentimos enfadados nuestro organismo genera energía que es la que hace que respondamos hacia lo que consideramos peligroso. En cuanto desaparece esta situación que nuestro organismo ha señalado de atacante, desaparece el enfado.
Las emociones se vuelven traumáticas cuando no dejamos que fluya la energía que desencadenan, así el enfado se convierte en problema cuando se asocia a los pensamientos que tenemos de la situación impidiendo que fluya esta energía, además con el pensamiento provocamos que la situación que pertenece al pasado sea permanentemente presente, con lo que la energía continuamente se va estancando dentro de la persona produciéndole un malestar físico y psicológico. El enfado ha dejado de cumplir su función protectora: reaccionamos ante un pensamiento no ante un peligro.
El problema está por tanto en la valoración que hacemos de esta situación. Por eso es importante canalizar de forma adecuada nuestra ira. ¿En cuántas ocasiones hemos explotado de forma injustificada ante un ataque?, y ¿en cuántas nos hemos tragado nuestra ira cuando teníamos que haberla dejado fluir?
¿Cuantas veces, además, actuamos sabiendo que no tenemos razón? Esto último es lo más peligroso pues la persona que se deja enredar por sus pensamientos a pesar de no tener razón, se deja llevar por el victimismo, tejiendo una malla impenetrable de sinrazones y aislándose de la realidad. Es entonces cuando el resentimiento aparece y lo hace de forma obsesiva, reviviendo algo que debería anclarse en el pasado, una y otra vez.
Con razón o sin ella, cuando dejamos que la energía nos queme por dentro, malgastamos nuestro presente reviviendo un pasado que impide el camino del olvido.
Tú decides, cambiar esa energía malsana, que estanca tu razón, en energía positiva, o; infectar tu corazón de ira. ¿Quemarte o sonreír? ¿Presente o pasado? Se claro en tus enfados y gestiónalos bien para que no te impidan crecer con optimismo.