Estamos los de a pié, y los que han caído de pié.
Los que para cualquier cosa que hagamos nos cuesta un esfuerzo inmenso, y no siempre conseguimos lo que buscamos. Y los que todo les ha llegado regalado, el trabajo, el sueldo, las primas, etc, etc, etc.
Todos no somos iguales, estamos los que nos sentimos engañados, ignorados e incluso insultados, por esos que se dicen representantes nuestros.
Están los políticos, o sea los que han caído de pié, y los sindicalistas, o sea los funcionarios de segunda.
Estamos los que nos ganamos el pan con el sudor de la frente, y los que meten la mano, sin que ni siquiera les tiemble el pulso.
Hoy en día hay dos clases sociales distinguidas en la sociedad en la que vivimos, unos los dirigidos, la inmensa mayoría, que vive para llegar a fin de mes, pagar facturas, e impuestos.
Otros los dirigentes, los que deciden como hemos de vivir, que hemos de pensar, que gustos hemos de tener, que es lo bueno y lo malo para nosotros. Se han convertido en nuestros papás, el papá estado, formado por una nueva clase profesional, la clase política.
Formada por un ejercito de individuos, no muy inteligentes, todos ávidos de poder, y de agarrar todo lo que puedan. La gran organización, el partido, gran invento. Si eres de un partido tienes la vida, resuelta, la tuya y la de toda tu estirpe.
Y todo esto pasa, por que los del monton, los que nos sentimos insultados cuando vemos a un político hablar, de libertad, cuando ellos tienen que respectar la disciplina de partido, o sea, se dice y se hace lo que el partido dice que se diga o se haga.
O cuando hablan de la representación del pueblo, cuando el candidato de un partido lo escogen los del propio partido, y a candidato se presenta, el que los varones del partido apoyen. O sea se sustituye al pueblo por lo que les interesa a cuatro, que no representan los intereses de la mayoría que los vota, representan los intereses, de las organizaciones que hacen los donaciones necesarias para mantener la hegemonía y la supervivencia del partido.
Ni estamos en democracia, ni existe la libertad de prensa, ni tampoco existe la libertad de opinión, de hecho las escuelas mas que enseñar parecen centros de adiestramiento, de lo políticamente correcto y acorde con la ley educativa del momento.
Pero sabéis, la culpa de que todo esto esté ocurriendo la tenemos nosotros. Tenemos lo que nos merecemos, nos tratan como a borregos, por que nos estamos dejando llevar como a borregos.
Lo malo, es que de esta gran manada de borregos, en la que estamos todos inmersos, a muchos se les está acabando el carnet de paro.
Confío en la inteligencia del ser humano, confío en que el hombre en esencia es bueno. Confío en que de todo se aprende y los españoles, y me siento orgullosa de ser española, andaluza, y catalana de adopción, somos un pueblo grande, muy grande, porque lo que no tenemos en la cabeza lo tenemos en el corazón.
Esta época nos hará aprender a no confiar en cualquier canta mañanas, que nos pretenda hacer ver que va a arreglar el mundo. El mundo, o lo intentamos arreglar todos cada día, o no tiene arreglo.